Siendo niño, sus padres lo inscribieron en clases de pintura con Manuel Tapia. Más tarde, fue el maestro Pedro Lira quien reconoció su destreza artística y lo apoyó para su ingreso a la Academia de Bellas Artes en 1869. Allí fue alumno de Ernesto Kirchbach y Juan Mochi.
Su carrera transcurrió durante la transición del siglo XIX al XX. Quienes le conocieron, recuerdan su talento acompañado de un espíritu inquieto y temperamento fuerte y decidido que lo llevó a recorrer el mundo y a desarrollar una técnica pictórica libre e independiente. Las especiales características de su obra y su influencia sobre las promociones de artistas que le sucedieron, lo sitúan dentro de la Generación de los Grandes Maestros de la Pintura Chilena.
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